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Fi (4) OP (2)

29.3.15

El viaje en el tiempo es imposible porque todo tiempo es presente.

Qué es el futuro sino la expectativa, que es el pasado sino la memoria, que es el presente sino la memoria inmediata, y dónde queda el ahora, qué es el ahora y dónde se encuentra. El ahora es la intuición primera, el golpe en la cara antes de preguntarse de dónde vino aquello, de quién fue el puño que se estrelló en la cara, ese es el ahora, y en ese ahora no se puede vivir, no hay espacio para vivir el ahora, la vida se tiene que recorrer, la vida tiene que ser presente, y presente siempre.

El pasado figura como lo sucedido, lo ya pasado; figura de modo objetivo como el recuerdo histórico de una sociedad o de la humanidad entera, figura también, como todas las pruebas, teorías y especulaciones de las causas, el pasado es historia, el pasado es también recuerdo, pero sobre todo el pasado es causa, es la causa del presente y por lo tanto la causa del ahora.

Así que el pasado tanto es cierto como incierto, tanto es verdad comprobable como teoría del posible ahora, el pasado tanto es recuerdo como la composición del deseo presente, y más allá es la necesidad de explicación, el pasado es el tiempo que da la razón al presente y por lo tanto es un camino incierto que no vive en sí, sino que vive en el presente. Hacer uso del pasado, como función, es traer aquello anterior al presente, gestando entonces un nuevo pasado, el pasado en el presente, se crea una divergencia del pasado, pues está por un lado el pasado primero y luego un nuevo pasado rectificado en el presente, que no sólo contiene sus causas fundamentales, sino que también, incluye las causas del presente en el cual es revisado. Así el pasado en sí no existe, sólo estas capas de pasado que constantemente son modificadas por la mente, que son teorizadas, releídas y reestudiadas con la interpretación presente, con una mente y un pensamiento que ya no son los mismos que en el momento del suceso, sino que pertenecen a un nuevo momento y diferentes circunstancias.

Así el viaje al pasado, como ficción, invita a creer en la inserción del humano en un momento anterior de tiempo, un espacio diferente, para lo cual tendrían que pasar dos cosas: 1) el humano insertado en ese “nuevo tiempo”(para él nuevo) tendría que tener la concepción de sí en un momento anterior, es decir, garantizar que su pasado fuese el futuro del lugar en que es insertado, lo cual en sí carece de lógica, puesto que a partir de ese momento aquel supuesto futuro del cual viene no sería más que su pasado, un pasado propio, una ilusión propia algo indemostrable e incomprobable de manera social. Creer que su pasado es futuro convergería en la idea igual de absurda de creer que su presente es pasado de su pasado presente, una ambigüedad absoluta de la concepción psíquica de ese humano; 2) todo pasado vivido por aquel humano inserto es un presente, podría ser pasado para otro sujeto, pero siempre sería presente del viajero, por lo tanto un humano no podría viajar a su pasado, en todo caso, viajaría al pasado de algún otro humano, en todo caso si viajara a su pasado, si puediera cambiar su edad por la de él años atrás en realidad no viajaría al pasado pues estaría reviviendo, viviendo nuevamente, pues su consciencia no le permitiría efectuar las mismas acciones, sino, nuevas acciones en la consciencia de vivir de nuevo algo, lo cual no figura como un pasado absoluto, sino como un presente nuevo para él, un ahora distinto.

Por otro lado el futuro no es la consecución del presente, lo que se llama futuro es la imagen del presente proyectado en alguna de sus consecuencias, el futuro existe en la imaginación; al mismo tiempo que se genera la idea de futuro o de lo esperado se crea en la mente presente un pasado de lo imaginado una función del futuro como pasado o como idea pasada. El papel tanto del pasado como del futuro son ejercicios del pensamiento, diferente a la experiencia o el conocimiento que nada tienen que ver con las funciones de pasado o futuro, es decir, el conocimiento empírico y su ejecución difieren de la función de proyección de un futuro tal cual se plantea aquí, pues si bien todo ejecución de conocimiento empírico (y teórico en ciertos casos) prevé una expectativa de reacción no es una proyección completa del individuo en ese escenario sino la reacción del objeto.

La proyección de las consecuencias de una acción presente es un objeto imaginario, por lo tanto irrealizable, pues aun teniendo el conocimiento empírico o teórico de lo que puede pasar no es posible visualizar la cantidad de elementos transformados por esa consecuencia, o las implicaciones no inmediatas de esa acción, es entonces el futuro una figura irreal y más allá de esto, irrealizable, lo que al final queda de aquella proyección es la expectativa del resultado.

Como ficción, el viaje de un humano al futuro implicaría que tal futuro existiera en sí, lo cual implicaría que el tiempo es un objeto estático que no depende de la consecuencia del presente del individuo, sino que está más allá de su acción, por lo tanto el individuo tendría que no existir en el presente para poder llegar a ese hipotético futuro, una vez cumplido esto el futuro no sería tal, pues el humano inmerso en ese tiempo estaría representando el presente y no un futuro, podría ser el futuro de un objeto o de otro individuo, pero no su propio futuro, lo cual sucede constantemente, pues un humano inmerso en este tiempo en este momento está en el futuro de un objeto visto en tiempo atrás, es decir, si este humano puede reconocer la acción pasada de alguien o algo, y luego vive el presente, en realidad está viviendo el futuro de ese recuerdo, está en el futuro de tal objeto o de algún otro individuo. Pese a este juego temporal, el viaje de un individuo a un futuro meramente objetivo que lo incluya es igual de imposible que el viaje a un pasado que también lo incluya, el humano, sea cual sea su cualidad, está irremediablemente inmerso en el momento y en el presente sin posibilidad de escape.

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